En este momento estás viendo El pirata triste

El pirata triste

Érase una vez un pirata triste, que ya cansado de hacer maldad, bajó de su poderosa fragata y tomando los remos del bote se alejó en medio del silencio que levanta el agua al chocar con las rocas y sus pensamientos.

En la playa, las palmeras saludan al aire fresco y el pirata se adentraba del mar a la arena con pesado caminar, cargando la pena y el agua en sus botas.

Ya en el verdor del lugar dirigió su mirada a la nave que abandonó. Todo parecía estar en su lugar, el vigía en lo alto de la cofa dormía el susurro atento de la brisa.

Se sentó en la primera palmera tumbada y reposó en ella con lentitud su humanidad, en la oscuridad miraba la silueta lejana de la flotante fragata como quien mira su pasado. Después de recorrer el tiempo y ver cómo robó, cómo infringió dolor y todas sus hazañas del mal que llenan los anales de los más osados hombres de los mares, se quitó el jubón, esa chaqueta española que tanto le pesaba y lo tiró al suelo delante de él. Y dándose cuenta que aún llevaba el puñal al cinto, lo sacó, lo observó y estirando su brazo hacia el horizonte; cuando apuntaba a la fragata, sintió que en su vida algo cambió. Y arrojándolo sobre el jubón, suspiró.

Lo mismo pasó con su camisa suelta de seda de tierras indias, fue a dar con el jubón y el puñal, quedándose en camiseta a rayas como un grumete. Y como le pesaban las torturas y la estupidez, se despojó de los collares y arete de plata del Tenochtitlan. Y todas esas prendas terminaron frente a él, desvalido.

Dejó en el suelo al pirata e irguiéndose se adentró a tierra firme; lejos del ruido de las olas y el viento, lejos de toda afrenta y acusación.

Un niño del camino al pueblo acercándose pregunta si le puede ayudar a contener a la vaca que no se deja ordeñar, él le dice que no sabe de vacas, el niño replica que él tampoco. Y la pelea empieza, él hombre aquel que fuera un pirata, era dominado por una vaca y el niño, con un “hombre, que tú puedes” se convirtió en un reto a vencer. El día rompió en sol sacando mucha leche en medio de muchas risas y se hicieron amigos olvidando por ese momento de sus pasados.

Al llegar la noche, el niño regresa a su lugar con un abrazo y beso inocente que congela a quien fue alguna vez un tipo malo.

Entendió que saltar al bote, remar a tierra nueva, despojarse de lo malo bajo las palmeras le abrieron un nuevo camino, que no es fácil, sin embargo, es una nueva oportunidad.

Comparte esto...

Deja una respuesta

HOLA!